“PAPERS D’ART” Espais.
Centre d’art contemporani. Nº 67
MONTSERRAT VIAPLANA: EL CROMATISME DELS SENTIMENTS
Galeria Magdalena Baxeras i Teatre de L’Eixample. BCN

La pintora Montserrat Viaplana ha protagonitzat recentment a Barcelona dues expo­sicions, concretament a la galeria Magdalena Baxeras i a la sala d'exposicions del Teatre de l’Eixample. Ambdues mostres son representatives del quefer actual de l'artista, que de manera molt reflexiva va escorcollant en diverses tècniques pictòriques, com son: noguerines, acrílic, resines, tremp, tinta xinesa i aquarel·la, però no les treballa separadament, sinó que en cadascuna de les obres es troben totes elles presents, aconseguint, per tant, uns resultats molt interessants i signifi­catius.
Al marge d'aquesta tècnica tan personal, 'l’artista es mou dins d'un món plenament abstracte, tot i que, a vegades, ha incorporat elements figuratius per reforçar alguna idea conceptual.
Hi ha al darrere de ca­da peça un esperit de representar els sentiments, qüestió aquesta difícil de mostrar de manera tangible, però gràcies al color i a unes deter­minades formes geomètriques ens permet endinsar-nos emotivament en la seva obra.
RAMON CASALÉ

REVISTA “SIETE DÍAS MÉDICOS”, nº 212, maig 1994
En la Galería Magdalena Baxeras expone Montserrat Viaplana
Se trata de una pintura alejada de la realidad, hasta el ex­tremo que el crítico Ramón Cása­le, en el catálogo, emplea el con­cepto, tan caro a Umberto Eco, de «obra abierta» para sugerir las múltiples lecturas que tales telas pueden sugerir. Es, por lo tanto, un arte que, al prescindir casi to­talmente de la figuración, se basa mucho más en la imaginación o incluso en la pura
reflexión espi­ritual.
Los artistas que siguen este ca­mino, que tiene ya una larga
tra­dición (pensemos en De lo espiri­tual en el arte, de Kandinsky, de principios de siglo), deben cimen­tar obligatoriamente la solidez de sus cuadros en el uso, lo más pre­ciso y perfecto posible, de la línea y el color. Así lo hace Montserrat Viaplana, mediante un dominio excelente de la materia cromática (colores puros casi siempre) y de la línea, que oscila entre los ara­bescos sugerentes de una enigmá­tica «escritura» y la pura repre­sentación de figuras geométricas flotando en el espacio. A partir de estos elementos pictóricos tan imprescindibles como correctos, el resto se deja a nuestra propia imaginación, a la que se le exige un buen bagaje cultural y una no menos profunda capacidad para la invención de creencias o ensue­ños. Los mismos títulos de los cuadros lo presuponen, porque se basan en sugerencias espirituales o cosmogónicas: Civilización y cultura, Concepción del espíritu, Mundos opuestos, etc.
Es, pues, una opción bien pre­cisa que la pintora ha ido asu­miendo a partir de una evolución desde estadios anteriores, más figurativos. En esta dirección no es­tá sola, ni mucho menos, pero en la contraria ocurre lo mismo, ya que son muchos los artistas que vuelven a la realidad después de haber probado la abstracción. Creo que ambos caminos son de­fendibles, siempre y cuando (co­mo en el caso de M. Viaplana) ha­ya calidad y decisión personal.
Jaume Socías Palau, Barcelona

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